lunes, 18 de mayo de 2015

La otra matrix



En las batallas, habitualmente lo que más se ve son las grandes demostraciones de poder. Por todas partes las crónicas a lo largo del universo relatan con lujo de detalle las grandes guerras, la forma en que los líderes blandieron sus espadas y porras, o cómo los titanes se transformaron para poder desatar el caos en campo enemigo.
Siempre se habla de los generales y comandantes, de sus técnicas de ataque y la forma en que quitan de su camino a los enemigos uno a uno, en la consecusión de su objetivo.
Pero muy pocas veces se habla acerca de las huestes al mando de los grandes líderes, o de los técnicos y científicos; jamás se habla del trabajo de campo, de los maestros entrenadores, los rastreadores o los investigadores, siendo que en muchas ocasiones son ellos quienes hacen el camino por el cual se mueven todos los demás.
Soulbraker perteneció siempre a ese grupo de autobots, a los que permanecen como engranajes invisibles moviendo la gran maquinaria; en realidad a él jamás le pareció preocupante, y de hecho se sentía cómodo en su lugar como técnico, desplazándose por los ductos y los túneles de la ciudad autobot. 
Nunca pensó que estaría involucrado en el ataque a la ciudad, ni que tendría la oportunidad de volcar las cosas en favor de los autobots.
Pero tampoco pensó que a la hora clave, tendría la oportunidad de esquivar a la muerte, y mantener su chispa activa, en función de un interés mayor, una fuerza que quiso mantenerlo en el universo, por una causa.





No hay comentarios:

Publicar un comentario